¡Saludos queridos/as y estimados/as internautas (entiéndase las personas que suelen dar uso al Internet)!
Me llena de satisfacción el hecho de poder expresar mi pensamiento por este medio, sin lugar a dudas, medio muy eficaz para dar a conocer nuestros pensamientos, nuestras ideas. En fin, muy bueno.
No obstante hay espadas de doble filo que si no se saben usar nos hacen daño a nosotros mismos y al prójimo, más cuando creemos que somos los mejores utilizándola. En ocasiones subidos contenidos que a la larga nos harán daño. Sí, mucho daño. Solemos usar poco el sentido común y la razón. No nos importa el sentir de los demás. Destruimos un todo, por nada. Dañamos la dignidad de otros. Tiramos por el suelo a nuestro pueblo. Pero lo que no sabemos es que también nos dañamos nosotros mismos.
Creo que uno de los mejores valores o virtudes que puede tener el hombre es la sinceridad, saber decir la verdad. Incuestionablemente confiamos en alguien que es sincero. Le damos sin cuidado las llaves de nuestras casas y nos vamos a dar un paseo tranquilamente, sin miedo. Porque la persona sincera inspira confianza. Quien dice la verdad siempre merece nuestro respeto.
Sin embargo, cuando el motivo para decir la verdad es el hecho de que podemos perder un beneficio que antes teníamos seguro, aun cuando algo andaba mal, creo que no se le podría llamar verdad a eso, sino cobardía. Me refiero al hecho de que en ocasionases cubrimos las cosas que están mal, cuando estamos pegados a una teta de la baca, pero luego que nos la quieren quitar o nos la han quitado, empezamos a bramar como becerros desesperados.
El internet, las redes sociales, no son el mejor medio para entrar en discusión con alguien que nos adversa, mucho menos en el caso de que antes fue nuestro “amigo”. Considero que sería mejor idea ir a su casa, darle una bofetada he irnos tranquilos con la satisfacción de haber descargado la ira. Eso sería más de hombre.
Alguien que en algún momento consideramos amigo, es siempre amigo, aun cuando nos haya fallado. Claro, solo pensamos así, si tenemos un correcto concepto de lo que es un amigo. Nadie capaz de hablar mal de un amigo, merece ser llamado amigo. El que es tu amigo, aun cuando estas hundido y nadie te puede salvar, aun cuando parece que no tienes remedio, trata de defenderte o simplemente calla cuando con sus palabras sencillamente no puede hacer nada porque la verdad está ante sus ojos. Pero nunca, nunca dirá una palabra que te perjudique más, nunca echará leña al fuego para que te quemes más, sencillamente por quedar bien ante otros potenciales “amigos”.
Probablemente tu mejor amigo se convierta en tu peor enemigo. Pero si de algo estoy más que seguro es que si en verdad fueron mejores amigos, ninguno de los dos permitirá que nadie le hable mal del otro. Se cortaran los ojos cuando se crucen por las calles, no se saludaran y cuando lo hagan lo harán como si quisiera arrancarle la mano uno al otro, pero jamás, jamás, dejaran que nadie juegue con la dignidad de quien antes fue su amigo. Ya no son más amigos porque el orgullo no los deja, pero en el fondo si lo son, y esa chispa estará encendida para siempre.
Si algo queremos denunciar de una persona, para eso está la justicia, que en ocasiones es injusta por no ser divina. Hay muchas formas de hacer que las cosas anden como deben andar. La dignidad, es algo con lo que nacemos y algo que nadie quiere perder, sin duda alguna. Con la dignidad no se juega. Puedes ganarle un juicio ante el juez a alguien, pero lo que no debes pretender es arrebatarle su dignidad. Porque ningún hombre puede darle dignidad a otro, eso es algo que solo Dios da.
Cuando empiezas a hablar de más y de cosas personales de las otras personas, ahí es que estas tratando de apagar la chispa que da sentido a la vida propia y la del prójimo. Los problemas personales, se resuelven personalmente y con propiedad. Cuando con tu lengua atacas al prójimo, este probablemente responderá igual o con más potencia, creando un círculo de cargas y descarga que irán aumentando hasta que sencillamente no se pueda más y retornen lentamente causando la muerte de los dos.
A veces sacando los trapos al sol del prójimo, afectamos hasta otros que nada tienen que ver. Se empiezan a crear estereotipos que nos ponen al final de la cola como parte de un pueblo, como parte de una nación. Y luego nos preguntamos por qué la vida nos trata mal, por qué las oportunidades no llegan. Por que existimos y parece que no existiéramos.
Las cosas malas no se pueden ni deben tapar, como tampoco las buenas. Pero no podemos pretender ser oveja mansa de un día para otro, después de haber sido lobos. Todos merecemos una segunda, una tercera y hasta 70 veces 7 oportunidades para cambiar algo que está mal, nadie es quién para decir que no. Pero si recibimos esa oportunidad por lo menos hay que considerar al prójimo que es capaz de perdonarnos, y no bofetear una y otra vez como si fuera una burla cruel a la compasión y buen corazón del otro.
La verdad ante todo, pero la vedad sin maldad. Ante nosotros en la vida cotidiana se presentan casos que parecen dilema y los valores y las enseñanzas parecen quedar cortos ante esas situaciones. Por ejemplo si nos preguntan qué opinamos del hecho de que a fulano lo amenazaron de muerte y se fue corriendo a la casa de perencejo y a este le preguntaron si sabía de fulano y dijo que no lo había visto ni en pintura aunque se encontraba en el sótano de su casa escondido, probablemente no sabríamos que decir sin faltar a la justicia y al amor al prójimo. Nuestro cerebro y nuestro corazón estarían divididos, la razón quedaría sin razón, el corazón sin sentimientos.
Pongo este ejemplo para argumentar que en la vida hay cosas que simplemente son relativas, es decir, dependen de las circunstancias, momento, espacio. Lo que es bueno para ti, puede resultar despreciable para otros. Lo que en un momento es bueno, puede no serlo en otro. Lo que encaja perfectamente en un lugar, podría no encajar en otro aunque parezcan más que iguales.
Las espadas de doble filo hay que saberlas manejar, viendo desde lejos como están compuestas, lo bien y lo mal que pueden hacer. Luego entonces irnos acercando poco a poco hasta llegar a tener absoluto control de esa arma mortal que también puede ser un arma que da vida. De hombre es apreciar la verdadera amistad, no hablar mal de quien no está y hablar con propiedad con el que le cae mal.
Por Lemor Seyer
Por Lemor Seyer
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