El maestro debe ser una persona alegre... ¿Qué provoca esa alegría?, a lo mejor muchos se preguntarán. La emoción y el sentimiento que se experimenta cuando algo provoca felicidad: como cuando ves que ya tus niños arrancaron con la lectura, te sientes contento, entusiasmado, lleno de gozo, de agrado. Esa alegría se exterioriza y se transmite a los que te rodean.
Un maestro alegre será optimista, aparecerá como una persona enérgica, y con mucho ánimo, tratando de que los problemas que traen algunos de sus estudiantes puedan ayudar a buscarle solución.
Siempre tendremos a nuestro lado, colegas negativos, lo que no podemos es permitir que esa negatividad del que está a nuestro lado, nos arrastre a nosotros.
Ser un maestro alegre se refiere a un modo estable de asumir nuestro trabajo. Es algo permanente. Es la alegría del sentido de trabajar con niños/as.
La alegría como virtud y esfuerzo se inicia en el interior, en el alma de cada quien.
La alegría la podemos propagar desde las aulas, ejerciendo nuestras labores con amor y entusiasmo. Lo que permitirá que obtengamos buenos resultados.
Esa alegría que llevamos a la escuela, crea en nuestro estudiantes un clima de confianza, donde el estudiante ve al maestro como parte de su familia.
Por otro lado, irradiamos ese amor que tanto necesitan esos niños que vienen de hogares desintegrados y que tanta falta les hace para su crecimiento emocional.
Ser un maestro alegre es se más que ser divertido!
(Maestra Escuela Anacaona)
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