
Lo real es que cuando un docente esta de vacaciones lo último
que quiere que le regalen es un pedazo de tiza porque eso te manda a seguir
trabando. Ella me lo obsequio con tanto amor que yo le sonreí y la abrace
dándole las gracias.
Yo pensé, Padre, que lección me quieres enseñar lo que
aprendí fue, que si yo decidí ser maestra mi labor al igual que el de una madre
termina con la muerte.
Grabemos en nuestra memoria cada gesto de esas caritas
inocentes que muchas veces buscan un consuelo en la magia que creen hay en la
maestra o el maestro, apóyale, ayúdale, y hazle saber que si que en ti hay
magia, la magia del amor, que no nos mueve un seco sentido del deber el móvil
es el amo.
Recuerda que se puede dar sin amar, pero no es posible amar
sin dar.
Autora: María Altagracia Mateo Jiménez
(Docente Escuela Anacaona, Vallejuelo)
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