Para los maestros y médicos se hace escandalosa la estadísticas de los cientos de jóvenes que abandonan la escuela. En en caso de los varones les atrae más el cultivo de la tierra como un método de ganar dinero rápido para irse por las noches a los bares y colmadones a tomar bebidas alcohólicas. Las jovencitas por su parte, son cientos de miñas, adolescentes y jóvenes en edades escolares que se ven obligadas a dejar la escuela para asumir el rol de madres. Más de la mitad de las mujeres que dan a luz en el hospital municipal no llegan a la mayoría de edad.
La deserción escolar es un mal que afecta de manera especial a los más pobres. Los padres agricultores, que suelen ser los más pobres no han descubierto el valor de la educación como un camino de superación. La inasistencia y repitencia choca de frente con los métodos de enseñanza aprendizaje, muchos estudiantes tienen hasta un 40% de inasistencia a clase y por ende sus promedios no le dan para ser promovido de curso. Es normal que en un día de clase encontramos los niños en las parcelas, la Cabeza del Río o un colmadón. Cuando se manda a buscar a los padres desde las escuelas para tratar estás problemática los padres no asisten al llamado de los profesores o cuando asisten dicen que sus hijos son grandes y que hagan lo que quieran.
Las menores embarazadas es propio de la falta de educación sexual, la pérdida de los valores en la familia y la falta de una vivencia de fe que los ayude a transformarse en jóvenes de principio y metas. Algunas jovencitas ven el matrimonio como una salida a la situación de pobreza, pero en la mayoría de los casos se da porque se inician sexualmente a temprana edad y son sorprendidas con un embarazo. En peores situaciones se encuentran algunas que son víctimas de una Infección de Transmisión Sexual. A esto se suma una gran cantidad de jóvenes haitianas que brindan sus "servicios" en el parque a 500 pesos.
Los bares no dan tregua. Este es un municipio que se bebe y suena los bares las 24 horas del día, los 365 días del año. Los lunes son como los domingos. Cualquier día de la semana escuchamos la música del parque a las dos de la mañana, a unos decibeles tan alto que el oído humano es incapaz de soportar. Estos bares están llenos de menores de edad, obstruyen el tránsito, ocupan las aceras, parquean vehículos en medio de las calles y la gente está armada hasta los dientes con cuchillos y pistolas como el Viejo Oeste.
La juventud se nos va. Cada año emigran más de cien jóvenes a Santo Domingo en busca de mejores oportunidades ya sea a través del estudio en las universidades o el trabajo. Los que se van nunca vuelven, es un viaje sin regreso. Al llegar a la Cuidad una gran mayoría se empobrece más de cómo se fue, pero como capital es capital les da vergüenza volver al campo.
Pedimos la intervención de todas las autoridades competentes para brindar soluciones a los problemas de la juventud de este municipio: Ministerio Juventud, Ministerio Educacion, Ministerio Público, Ministerio Salud, Ministerio Mujer, Policía Nacional y La Iglesia. Que la visita del presidente la próxima semana sea una visita cargada de esperanza.
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