Cuenta la anécdota narrada por el filósofo griego Cristolao en la novela “Las Noches Áticas” del escritor romano Gelio que en una ocasión Demóstenes tenía que referirse a los embajadores de Mileto sobre su mal proceder y ante esto Mileto no recibiría ninguna ayuda social de Atenas. Sin embargo los gobernadores de Mileto se reunieron en privado con Demóstenes y con firmas de abogado lo sobornaron para que en su discurso no hiciera referencia a las crisis de Mileto.
Efectivamente al día siguiente el Emperador Demóstenes amaneció con una bufanda envuelta en la boca y afectado de anginas y por tal razón no podía hablar en público. Ante el silencio del gobernante hubo una persona que hizo referencia y críticas diciendo que él había sido sobornado por los milensios para ocultar su situación.
Tiempos después se encontraron en un almuerzo Demóstenes y la persona que lo criticó. Tomó Demóstenes la palabra y le preguntó qué cuántos le había pagado para que hablara y el crítico le dijo que “X” cantidad de monedas de oro, entonces Demóstenes le dijo sin ningún reparo pues a mí me pagaron más para que callara.
Cualquier parecido con la realidad política dominicana es pura coincidencia circular de la historia que casi siempre se repite. A los políticos se les paga para que hagan silencio y a los abogados y periodistas se les paga para que hablen.
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