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HISTORIA DE LOS CAMPESINOS Y EL VENDEDOR DE PARÁBOLAS (LemorSeyer)



Hace ya un tiempo, existía en un lugar muy lejano, un pequeño campito. Allí solo había gente de buena fe, humilde y de puro corazón. Había armonía, todos eran familia y se trataban como hermanos verdaderos. No se discutía por propiedades, porque todo era de todos y nadie era dueño absoluto de nada. Si había respeto, sin lugar a dudas.


En fin, un lugar ideal para la vida, para la verdadera vida.

Cierto día, se arrimó por el campito, un señor acicalado, bien vestido y encorbatado. ¡Ah! y bien montado. Era un señor que se dedicaba a vender parábolas. 

Este señor llegó y en seguida se supo ganar el cariño de todos. Muy efusivo, cariñoso, meloso y dadivoso. Sólo tardó dos semanas en convertirse en el ser más amado de aquel lugar, pese a que era un extranjero.

Los niños le rodeaban, les regalaba helados, dulces y uno que otro presente, todos los días. Siempre encontraba una greca puesta en la estufa en cualquier hogar que llegara. Realmente ese señor era un ángel mandado del cielo. Las personas se sentían muy bien con él. A todos los trataba con un excesivo cariño.

Más luego empezó hablarles de las parábolas. Les explicó que con ellas podrían ver muchos más canales televisivos y con una nitidez increíble, con una forma de pago que no se podía pedir más. Verían las mejores películas que jamás soñaron ver, las mejores novelas, los mejores "muñequitos" para los niños. 

No tuvo que hablar mucho, todos quedaron convencidos de una.

Así que le compraron parábolas "a dos manos", como decimos por aquí. Incluso a las personas que no tenían televisor, les vendió una. Fue una venta genial. Este señor hizo "el negocio del año", por no decir "el negocio del siglo".

Todo el mundo en la aldea ya tenía su parábola instalada. Ellos tenía luego que hacer un pago mensual al vendedor, quien luego de hacer las ventas se marchó entre lágrimas con la promesa de volver al mes siguiente.

En ese tiempo, la gente del campo se sentía muy bien con su adquisición. Esto no generó ningún conflicto, sino todo lo contrario. Cuando alguien tenía algún problema con su parábola, los demás le permitían ver televisor en sus casas. Era gente pura de verdad.

Todos esperaban ansiosos que el señor fuera a recibir el primer pago. Así fue en efecto. El señor llegó en su vehículo con facturas y recibos en mano. Todos los niños se avalancharon hacia él, pero los ignoró. Igual hizo con los campesinos que lo esperaban con los brazos abiertos y le guardaron su cafecito. No aceptó nada de los aldeanos, mucho menos sus muestras de afectos y les hablaba toscamente. 

Ninguno comprendían este extraño comportamiento del señor. No entendían cómo es que ese "ángel caído del cielo" les trataba de ese modo tan poco común para ellos.

Así que uno de los más sabios del pueblo, se le acercó al vendedor y le preguntó por qué había cambiado su trato con ellos. El vendedor le dijo: "ayer quería vender parábolas, hoy ustedes me las compraron y les traigo facturas".

Comprendieron que lo único que le interesaba al señor era vender sus aparatos. Ahora debían pagar todos los meses, sin poner pero, pues habían firmado un contrato por dos años y en caso de querer cancelarlo debían pagar una alta suma de dinero, lo que no les dejaba más opción que seguir el pago mes tras mes.

Así fue como entró la desdicha al campito. La gente que no conocía la desconfianza, empezó a tenerla. La gente que no sabía de rechazo, empezó a rechazar. La gente que no sabía de pasar hambre, empezó a tener hambre. Y deseaban grandemente que aquel señor jamás volviera cuando saliera de su campo. Todo eso lo tuvieron que soportar durante dos años que parecían un infierno.

Lo mismo sucede hoy en día. No es difícil ver como alguien que siempre fue tosco, de repente se transforma en una persona dulce y dócil, amorosa y efusiva, sólo porque le interesa conseguir "algo" y se aprovecha de la "buena fe" de los demás, engatusándolos y usándolos como marionetas. Y una vez que consigue lo que quiere no puede aguantar la máscara y como es de esperarse se le cae.

Lo más increíble es la capacidad de hacer a las personas olvidar el pasado, logrando engatusarlas una y otra vez a fuerza de antojo.