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ITALIA PONE A LOS PRESOS A ASFALTAR RUTAS Y LIMPIAR LAS CALLES

Las cárceles son todas diferentes dependiendo de cada país; pero lo único que tienen en común, es el sentimiento de pérdida de tiempo y potencial humano que allí se desperdicia, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de los detenidos son jóvenes.


Está comprobado que los presos que estudian tienen un 85% menos de posibilidades de reincidir, pero no sólo el estudio moldea estas personalidades difíciles, sino también el trabajo.

En países como Italia, se tomaron esto muy en serio y teniendo en cuenta que muchos de estos presos nunca trabajaron, decidieron asignarles una tarea que les permitiera aprender una labor concreta. Y no sólo eso, los presos toman conciencia del valor de su trabajo, sienten que son útiles, brindan un servicio, ocupan su tiempo y aprenden a trabajar en equipo.

Una iniciativa con muchas ventajas para ellos y para la sociedad con la que tienen una deuda moral.
Recuperando el prestigio.

En la antigüedad, el Imperio Romano construyó gran parte de su reputación con la construcción de caminos y hoy, Julio César se sentiría orgulloso del desarrollo vial de Italia, pero muchos de esos caminos y esas rutas, se encuentran en mal estado debido a la falta de recursos y al tránsito cada vez más intenso.

Para solucionar ambos problemas al mismo tiempo, la Municipalidad de Roma, buscó una solución que incluye a los presos de la cárcel más grande de la ciudad.

Quienes gocen de buena conducta y sean considerados presos de bajo riesgo, tienen la posibilidad de acceder a estas salidas para ir a trabajar, que les permite recuperar el contacto con el exterior, matar el tiempo y sentirse útiles. Es también la oportunidad de aprender un oficio e interesarse por algo nuevo. Esto también, puede ser una forma de integrarse a la sociedad y ser ciudadanos de bien, una vez que recuperen la libertad.

Los propios habitantes de la ciudad, se sienten complacidos de ver que sus impuestos se utilizan en algo concreto y apoyan esta medida.

Otros proyectos creativos.
En la cárcel húngara de Debrecen, los presos hacen nuevos amigos. Ellos pasan varias horas a la semana con un grupo de perros abandonados a los que ayudan a controlar su agresividad y enseñan a obedecer. Estos perros tienen varios objetivos, explica Ana María Nagy, adiestradora en una escuela canina y participante de este programa de inserción que ya cuenta con varios años; “se ayudan mutuamente con el fin de ir en la dirección correcta. Sus destinos tienen puntos en común.”

Es increíble la similitud que podemos encontrar entre un hombre privado de su libertad y en un perro callejero. Tal vez las circunstancias de la vida de cada uno los llevó a frecuentar lo peor de las calles y esto los volvió agresivos, porque no tuvieron la contención familiar y los ejemplos de bien que todo ser humano necesita.

De esta manera, unos ayudan a otros. Lo presos tienen alguien de quien ocuparse, en quien volcar su energía y aprenden a asumir la responsabilidad del cuidado de algo valioso. Los perros, por su parte, aprender a convivir entre las personas y de esta manera, podrán acceder en algún momento a la adopción.

Una iniciativa tan simple, ha hecho milagros en unos y otros. Los perros no juzgan, no tienen prejuicios, no le preguntan al preso por qué está ahí… simplemente se brindan afecto mutuamente y ambos esperan por un futuro mejor.

¿Qué te parece la idea de incluir a presos en labores de bien común? ¡Comenta y comparte!



FUENTE: saludable