La enfermedad colapsa los servicios sanitarios en Honduras y
ha dejado 150 muertos y más de 177.000 casos entre el sur de México y el istmo
centroamericano
Han sido días de trabajo intensos para Marco Pinel
Vallecillo, médico hondureño que ha sido movilizado a la región de La Paz
(suroeste de Honduras)
para atender la emergencia
de dengue que ha dejado seis muertos solo en esa zona. De enero a
julio, la enfermedad ha causado 83 muertos en todo el país y 49.326 casos
registrados, 10.853 de ellos graves, lo que ha obligado al presidente a
declarar la emergencia nacional. Es el país más afectado por una
enfermedad que ha causado 150 muertos en México y el istmo
centroamericano, donde se registran 177.259 casos. 11.424 han requerido
hospitalización.
El médico cataloga de “calamitosa” la situación del hospital
local, donde los pacientes tenían que esperar hasta en los rincones y se
tuvieron que habilitar salas adicionales para atender a los enfermos en peor
estado. Aunque la situación “ya casi está volviendo a la normalidad” en su
zona, dice, el resto del país vive un escenario inédito. “Nunca antes habíamos
tenido una situación tan grave”.
Pinel, que fue director de vigilancia de la salud, sabe de
lo que habla. Ya en 2015 integró un equipo de respuesta de epidemia de dengue.
Asegura que la que hoy sufre el país centroamericano ha sobrepasado la
capacidad de respuesta. “El sistema de salud se ha debilitado en los últimos
años y una situación como esta ejerce una presión adicional e inusual. La
atención a la población es precaria”, explica por teléfono.
La Organización
Panamericana de la Salud (OPS) también ha movilizado a sus
especialistas para apoyar a las autoridades hondureñas en la emergencia. Su
subdirector, Jarbas Barbosa, ha advertido en Tegucigalpa de que el dengue es
un riesgo
de salud para todos los países de América Latina. La enfermedad se ha
ensañado con Centroamérica, una franja golpeada por la pobreza y con
varios de sus países sumidos en crisis políticas.
Nicaragua es
el segundo país de América Central con más casos registrados y 10 muertos,
según las estadísticas ofrecidas por la vicepresidenta Rosario
Murillo, quien controla toda la información oficial. A finales de julio,
las autoridades emitieron una alerta epidemiológica tras un aumento del 232% en
los casos registrados respecto al mismo periodo de 2018. Martha Reyes,
directora de Vigilancia del Ministerio de Salud, dijo que se han redoblado los
esfuerzos para controlar el mosquito que transmite el dengue: el Aedes
aegypti, cuyas hembras, según la OMS, son la principal fuente de
transmisión.
Los síntomas pueden desarrollarse de cinco a siete días
después de la picadura. La OPS explica que después del período de incubación,
el dengue pasa por tres fases: febril, crítica y de recuperación, pero puede
evolucionar hasta una situación “severa” con un desenlace mortal.
“Es una enfermedad absolutamente controlable”, asegura desde
Managua el epidemiólogo Leonel Argüello, que ve varias causas en el aumento de
los casos: se han “relajado” los mecanismos
de control y la educación a la población; la proliferación de
barriadas pobres y un “deterioro” general en los sistemas de salud. “Es una
enfermedad que por suerte es relativamente barata de prevenir y tratar, pero la
hemos normalizado como un mal inevitable”. El experto recomienda mejorar la
vigilancia del mosquito transmisor.
En Honduras, Pinel agrega otra causa: el cambio climático, que
“facilita la expansión y consolidación del virus, además de la proliferación
del zancudo responsable de la transmisión”. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) prevé que, entre 2030 y 2050, el cambio climático causará 250.000 muertes
adicionales cada año por diversas causas y que
aumentará el riesgo de transmisión del dengue. Esto afectaría a países
pobres como Honduras, que este año ha visto como la enfermedad ha colapsado sus
sistemas sanitarios.
FUENTE: El País
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