Se llama Juan Pablo Pesalaccia, vive en Marcos Paz y desarrolló un sistema donde los peces comparten el circuito de agua de las plantas. El sistema se llama acuaponía. ¿El futuro?
Juan Pablo Pesalaccia levanta una lechuga y envuelve la raíz con tres dedos, como si le diera la pincelada final a su obra de arte: “Acá la tenés: ésta es la famosa lechuga acuapónica”, dice sonriendo en medio de un invernadero donde crecen cinco mil plantas de la hortaliza más popular.
¿Cuál es la novedad? Que el hombre desarrolló un sistema que consume un 10 por ciento del agua que se utiliza en la agricultura tradicional, que no produce daño ambiental y donde la verdura llega a la mesa totalmente libre de agroquímicos. Pero ése es sólo el comienzo: lo novedoso es la relación simbiótica que se produce entre las lechugas que ahora vemos a lo largo de unos cincuenta metros y las tilapias, unos peces que nadan en una pileta contigua a la huerta. Todo está perfectamente pensado para que el abono de esos peces sea el nutriente de los plantines que se sostienen sobre una estructura horizontal y se alimentan del agua de las piletas. El otro detalle es que los vegetales crecen sin ser plantados a tierra.
Los estudiosos del tema aseguran que la hidroponía (que no es otra cosa que el cultivo de vegetales sobre agua) ya cuenta con miles de años. Allá por el Siglo V, los jardines Colgantes de Babilonia –construidos por el rey Nabucodonosor II para que su amada Amytis se sintiera más cerca de casa– pueden haber sido una primera aproximación.
Bastante más cerca, apenas pasado el 1500, los mayas desarrollaron un sistema de siembra llamado Chinampa: cultivaban sobre barcazas para ampliar la superficie de su territorio sobre el agua. Y en la Segunda Guerra Mundial, los soldados americanos destinados a la región Asia-Pacífico usaron un sistema parecido al de Juan Pablo para sembrar sobre los humedales. Según cuentan, llegaron a cosechar cerca de 25 hectáreas que proveyeron de verduras frescas a sus batallones.
"En 500 metros cuadrados, comparten espacio la producción de verduras y la de proteínas magras".
Pero no hace falta ir tan lejos. Para conocer el paraíso de la acuaponía en la Argentina, Viva se acerca hasta la localidad de Marcos Paz. Es un martes de sol cálido y la primavera ya asoma. Atravesamos calles de tierra que surcan casas quintas y lotes sembrados con variedad de hojas verdes hasta que nos topamos con el invernadero de Juan Pablo.
Aquí tiene su proyecto, llamado Aqüidar Acuaponía Argentina. Una mezcla de la mencionada hidroponía y la acuicultura, que no es otra cosa que la cría de peces para el consumo. Lo increíble de este sistema de siembra es que, en apenas 500 metros cuadrados, comparten espacio la producción de verduras y la de proteínas magras. Lo más curioso es que (con la capacitación adecuada) uno podría desarrollarlo en unos pocos metros del patio de su casa y tener verdura y pescado para todo el año. Claro que, en este predio de tres hectáreas, la manufactura es a una escala más grande.
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