Aves, insectos, murciélagos, erizos, setos… los aliados perfectos del agricultor para cultivos más respetuosos con el medio ambiente en el ecosistema natural de Val Venosta
En febrero de 2019 la FAo emitió un informe en el que presentaba “pruebas crecientes y preocupantes de que la biodiversidad que sustenta nuestros sistemas alimentarios está desapareciendo, lo que pone en grave peligro el futuro de nuestros alimentos y medios de subsistencia, nuestra salud y medio ambiente”.
El estudio titulado “El estado de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura en el mundo”, advierte que “la biodiversidad -es decir, todas las especies que sustentan nuestros sistemas alimentarios y a las personas que producen nuestros alimentos- ya no puede recuperarse”.
Se hace pues necesario preservar la biodiversidad en todos los medios naturales y hacerla trabajar a nuestro favor en la industria alimentaria, para que sea sostenible, que no dañe al entorno.
Val Venosta, paraíso de las manzanas
Un buen ejemplo de ello es lo que 1.700 agricultores del Tirol, en el sur en los Alpes italianos, están poniendo en práctica en grandes zonas de producción de manzana en Europa.
Una de sus extensiones se ha convertido en un ejemplo de que otro concepto de agricultura es posible: los campos de Valle Venosta. Un área que demuestra que la calidad de los cultivos es perfectamente compatible con una decidida apuesta por la sostenibilidad.
Bautizadas como ‘El Paraíso de las manzanas”, en estas 5.200 hectáreas en la que trabajan los agricultores de la asociación de cooperativas de Val Venosta fomentan en sus campos el mantenimiento de un ecosistema en el que insectos, animales y vegetación natural proliferan.
Hábitats genuinos y naturales
Rebosantes de vida, hasta 50 tipos de plantas conviven en sus huertos de manzanos, donde los agricultores invierten tiempo y esfuerzos extra en su jornada laboral para amontonar piedras y plantar hasta 15 kilómetros de setos que ofrecen cobijo, alimento y buenas condiciones de desarrollo a más de 4.000 animales.
Una muestra de la pasión y compromiso con el medio ambiente de estos agricultores, que con medidas sencillas convierten estos campos en genuinos hábitats naturales y favorecen la naturalidad de los cultivos.
Utilizando técnicas como el cultivo integrado y ecológico se favorece la conversión de los campos en hábitats naturales. Este es el caso del Valle Venosta, donde nacen las Manzanas Val Venosta y BIO Val Venosta, el mayor productor europeo de manzana biológicas.
Biodiversidad para el control de plagas
Setos, erizos, reptiles, aves, insectos y ramas sirven de arterias para conectar biotipos enteros. De esta manera, flora y fauna ayudan a los agricultores a preservar el medio ambiente y a reducir el uso de productos fitosanitarios para el control de plagas y herbicidas.
Por ejemplo, la presencia en los huertos de maleza, de matorrales y setos ofrece a los erizos una casa perfecta donde encontrar escondite, pero también alimento en los pequeños reptiles e insectos que abundan entre las ramas. Entonces se produce la maravillosa simbiosis: estos setos y erizos permiten a los agricultores reducir la dispersión de productos fitosanitarios para el control de plagas en los cultivos.
Las ramas de los manzanos, pero también del resto de plantas que conviven en los huertos de Val Venosta, son verdaderas arterias que conectan a biotipos enteros.
Flora y fauna, aliadas perfectas en los cultivos
La biodiversidad de estos campos de manzanos es rica. Están las aves que nidifican en las copas de los árboles. Y pequeños mamíferos como las comadrejas, reptiles como las serpientes y lagartijas, anfibios como los sapos o insectos como las mariquitas encuentran en la tierra y vegetación de estos huertos un espacio donde desarrollarse.
Así, flora y fauna se convierten en las aliadas perfectas para las técnicas de cultivo integrado (que reduce el uso de productos fitosanitarios como plaguicidas o herbicidas) que implementan 1.500 agricultores de la asociación.
También para el cultivo ecológico que practican otros 200 agricultores y que sitúan a Val Venosta como el mayor productor de manzanas bio de Europa.
La clave: respeto del ecosistema
La asociación de cooperativas trabaja para convertir esta zona de los Alpes italianos en la más sostenible de Europa. Su microclima ideal se une al entusiasmo y al empeño de estos agricultores para conseguir que en este valle alpino crezcan manzanas de alta calidad en armonía con la naturaleza.
Este respeto al ecosistema se plasma en medidas sencillas pero efectivas, que consiguen devolver el equilibrio natural a este entorno paradisíaco.
La Asociación de Cooperativas Hortofrutícolas de Val Venosta, VI.P, nace en 1990 y está formada por siete cooperativas y 1.700 productores que cultivan acerca de 5.200 hectáreas en el Valle Venosta, ubicado en los Alpes Italianos.
El microclima especial del valle (300 días de sol al año; fuerte fluctuación de temperaturas entre el día y la noche; y la altitud a la que se cultivan las manzanas –entre los 500 y los 1.000 metros-) y su naturaleza ofrecen las condiciones perfectas para el cultivo de manzanas de alta calidad.
Reducción de uso de pesticidas
El 90% de la producción de VI.P se obtiene aplicando técnicas de cultivo integrado, que reducen al mínimo el uso de pesticidas químicos y prohíben los tratamientos químicos tras la cosecha. Una forma de cultivar respetuosa con el medio ambiente, la naturalidad de los frutos y la salud humana.
El 10% restante de su producción es biológica. Esta línea, BIO Val Venosta, tiene una cosecha media que supera las 30.000 Tn y tiene como principales mercados Italia, Alemania y Países Escandinavos.
Mientras que Manzanas Val Venosta recolecta una media de 325.000 toneladas cada temporada y las comercializa en 50 mercados internacionales entre los que destacan Italia (absorbe el 50% de la producción), Alemania, Península Ibérica, Escandinavia, Países del Este, Norte de África y Oriente Medio.
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