“Deja de llorar y ponte a trabajar”. No se trata de una simple expresión, sino de un mandamiento de vida que cada empresario debería tener tatuado en la mente.
He visto gente con mucho talento caer ante el primer problema. He visto personas extraordinarias perderse en la vida, porque no son capaces de soportar los golpes que da la vida. También he conocido gente “normal”, sin grandes talentos o habilidades, pero que tenían un espíritu de lucha inquebrantable. Sus capacidades no les permitían ir rápido, pero su tenacidad les daba la posibilidad de avanzar sin importar lo que suceda. Tarde o temprano, terminaban logrando sus objetivos.
Valgan verdades, hay gente que ante el dolor se tumba rápido y esa es, justamente, una cualidad impropia de los empresarios de éxito. No es que ellos no puedan sentir dolor, frustración, enojo o ansiedad. Ellos pasan por eso muchas veces, pero saben levantarse rápido y continuar. La carrera de un empresario no es un camino recto al éxito, sino que está lleno de baches, subidas y bajadas.
Si usted quiere un ejemplo, le pido recuerde a Rocky Balboa. En sus peleas, casi siempre se enfrentó con boxeadores con más talento y fama que él. Mordió la lona varias veces, pero al final el resultado era casi siempre el mismo: se levantaba de nuevo. Pareciera que no siente dolor. Su espíritu de lucha le hacía ser inmune a los efectos negativos del dolor. Hasta aparentaba disfrutar de lo que le sucedía. Así de “duro” debe ser un empresario; usted debe estar dispuesto a recibir los golpes.
Si usted quiere dedicarse a los negocios, tiene que saber que habrá momentos difíciles. No cualquiera puede ser empresario. Si quiere tener testimonio de lo que le digo, lea las biografías de los grandes empresarios de la historia. La gran mayoría de ellos pasó en sus inicios por retos que harían flaquear a cualquiera. Les robaron, quebraron, fueron estafados, etc. Pasaron de todo y por haber pasado de todo, ahora lo tienen todo (o casi todo).
Si necesita llorar, hágalo. Si usted tiene que gritar hágalo. No es malo desahogarse; de hecho, es necesario. Si tiene que tomarse un tiempo para recuperarse, tómelo. Pero eso no quiere decir que se tome la vida entera. El dolor de la adversidad le hará más fuerte para las siguientes batallas. Depende de usted si quiere volver a levantarse para continuar la lucha.
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