Por: Lic. Nova Feliz.
A través de la historia el mundo a estado sumiso a grandes enfermedades incurables, las cuales han causado millones de muerte alrededor del mundo, llámese la peste negra o muerte negra, la pandemia mas mortífera y terrible hasta ahora registrada en la historia. Se propago en toda Europa entre 1346 a 1353.
Pero también en tiempos Bíblicos se registran enfermedades devastadoras, tiempos en que la ciencia no era avanzada como ahora y los mecanismo para contrarrestarla no eran suficientes o simplemente inútiles. Por ejemplo tenemos el caso de la lepra una de las enfermedades mas temida. Esta enfermedad causa llagas en la piel, daños neurológicos y debilidad muscular que empeora con el tiempo, de hecho una persona con lepra en los tiempos de Moisés era considerada impura y debía de ser sacada del campamento.
Hoy en día, el corazón de la humanidad ha sido nuevamente tocado por una terrible enfermedad conocida como Corona virus, la cuál tiene consternada la población mundial. Esto afecta principalmente la economía y el estilo de las personas a nivel global. La ciencia busca una cura para esta terrible enfermedad pero aun no hay un antídoto o vacuna que pueda contrarrestarla.
El hecho es que hay una crisis que nos afecta emocional, económico y físicamente y hay que contrarrestarla. Hay que seguir las medidas de prevención al pie de la letra, esto no es un juego como muchos han creído. Hay que proteger a nuestros seres queridos, a nuestros compatriotas. Hay que rescatar la economía del golpe que va recibir y la golpearía más sino se toman esta las medidas de lugar.
La Biblia dice: Mateo 24:7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin.
Es tiempo de que nos acerquemos a Dios, es tiempo de tener una relación estrecha con el. El es el único que nos puede liberal de esta terrible enfermedad. Es tiempo de orar, pedir perdón y humillarnos ante la presencia de nuestro Dios. Podrán encontrar la cura, mas no podrán eliminar la enfermedad. El único que tiene el poder de hacerlo es el Dios de Israel. Pongámonos en sus manos y tengamos fe de que superaremos todo tipo de mal. ¡Amén!
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