El régimen liderado por Xi Jinping busca reforzar su estrategia en países cuyas economías quedarán destruidas tras el paso del Sars-CoV-2
China experimenta una nueva forma de acercamiento con el resto de los países. Sobre todo con aquellos que no tienen recursos para enfrentar la pandemia por coronavirus. Lanzó la “diplomacia de la mascarilla o del barbijo”. Es simple, económica y eficiente para sus planes. Por un lado, le permite limpiar su imagen luego de haber ocultado el alcance del brote de la neumonía atípica que se desarrollaba en Wuhan mucho antes de lo que informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por otro, comprometer a la nación beneficiada para futuros planes.
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