En la búsqueda de un modo rápido de proteger, entre otros, a los trabajadores sanitarios, los científicos prueban una vacuna que fue desarrollada hace cien años para luchar contra el flagelo de la tuberculosis en Europa.
La vacuna de bacilo Calmette-Guérin (BCG) aún se usa ampliamente en el mundo en desarrollo, donde los científicos han encontrado que hace más que prevenir la TBC. La vacuna previene las muertes infantiles derivadas de distintas causas y reduce la incidencia de las infecciones respiratorias.
Al parecer la vacuna “entrena” al sistema inmune para reconocer y responder a una variedad de infecciones, entre ellas de virus, bacterias y parásitos, dicen los expertos. Aún hay poca evidencia de que la vacuna mitigue la infección de coronavirus, pero una serie de ensayos clínicos podrían tener la respuesta en cuestión de meses.
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