El intento de Beijing de buscar una línea entre advertir al público y evitar el pánico preparó el escenario para una pandemia que ha infectado a casi dos millones de personas y se ha cobrado más de 126.000 vidas
En los seis días después de que destacados funcionarios chinos concluyeran en secreto que probablemente afrontaban una pandemia de un nuevo coronavirus, la ciudad de Wuhan, en el centro del brote, acogió un enorme banquete para decenas de miles de personas y millones de viajeros empezaron a desplazarse para las celebraciones del Año Nuevo Lunar.
El presidente, Xi Jinping, advirtió a la población en el séptimo día, el 20 de enero. Pero para entonces, más de 3.000 personas se habían infectado durante casi una semana de silencio de las autoridades, según documentos internos a los que tuvo acceso The Associated Press y estimaciones basadas en datos retrospectivos de infecciones.
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