El presidente, que ya venía debilitado, recibió el golpe más duro con la renuncia de Sergio Moro, que se fue acusándolo de remover al jefe de la Policía para bloquear investigaciones en su contra. Entre la amenaza de un juicio político y las dudas por el rol de los militares, se ensombrece el futuro de Brasil
La presidencia es un trabajo de riesgo en Brasil. Detrás de la aparente omnipotencia de estar al frente de un país con más de 200 millones de habitantes, que es la octava economía del mundo, se esconde una fragilidad extrema. Hacer efectivo todo el poder que emana del cargo requiere la habilidad de tejer una compleja red de alianzas y, al mismo tiempo, conservar respaldo popular, lo cual depende también de circunstancias que están fuera del control del presidente.
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