Una solución de cloro, muy popular en Bolivia, es solo uno de varios remedios de eficacia no comprobada que gana terreno en una región necesitada de esperanza
Foto: REUTERS/Adriano Machado
En Cochabamba, en lo alto de los Andes bolivianos, la gente hace fila todos los días fuera de las farmacias de la plaza central, ansiosa por comprar el escaso elixir que, esperan, alejará a la COVID-19: dióxido de cloro, un tipo de blanqueador que se usa para desinfectar piscinas y pisos.
Los expertos dicen que, en el mejor de los casos, beberlo no tiene sentido y, en el peor de ellos, es peligroso. Pero en Bolivia, donde varias personas han sido hospitalizadas después de ingerir dióxido de cloro, las autoridades regionales lo están probando en presos, el Senado nacional aprobó la semana pasada su uso y un importante legislador amenazó con expulsar a la Organización Mundial de la Salud por oponerse a su uso médico.
Julio César Baldivieso, un héroe local de fútbol y excapitán de la selección nacional, dijo a un canal de televisión que debido a que los hospitales de Cochabamba “no tienen reactivos, no tienen insumos, no tienen equipos de bioseguridad”, él y su familia habían recurrido al dióxido de cloro para tratar sus síntomas de coronavirus.
Los bolivianos tienen mucha compañía —incluido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump— al recurrir a tratamientos no aprobados e incluso peligrosos para prevenir o tratar infecciones. En cada parte del mundo, la ciencia dura ha tenido que competir por la atención con teorías populares, rumores y creencias tradicionales durante esta pandemia, como en el pasado.
Pero el interés en medicamentos cuestionables ha sido especialmente elevado recientemente en América Latina, donde el virus causa estragos sin control y muchos líderes políticos de derecha e izquierda los promueven, ya sea por fe genuina o por el deseo de ofrecer esperanza y desviar la culpa.
En una región donde pocas personas pueden pagar una atención médica de calidad, los tratamientos alternativos son ampliamente promocionados en las redes sociales y explotados por los especuladores.
0 Comentarios
Deja tu comentario...