La pandemia de la COVID-19 repercute sobre los agricultores familiares de América Latina y el Caribe, lo que también afectará la oferta de alimentos de la región, según un sondeo aplicado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El informe revela que la mayoría de los agricultores familiares trabaja en un marco de carencia de equipos de protección y protocolos sanitarios, mientras que enfrenta limitaciones para vender sus productos, un escenario que, con la baja de poder adquisitivo de los consumidores, limita la producción y traerá consecuencias sobre la oferta de alimentos básicos.
«Se trata de una radiografía muy precisa del sector de la agricultura familiar realizada en un contexto muy desafiante. El sondeo presenta opciones de políticas públicas ante la pandemia para atender a un sector clave para el empleo agrícola, el abastecimiento de alimentos, la seguridad alimentaria y nutricional y la mitigación del éxodo rural», dijo el coordinador del sondeo, Mario León.
La encuesta, realizada durante mayo y junio a 118 referentes de agricultura familiar en 29 países de América, identificó tres aspectos principales entre las dificultades que enfrentan los agricultores familiares, el primero la carencia de equipos de protección y bioseguridad que permitan trabajar bajo seguridad.
El segundo, las limitaciones de transporte y distribución por restricciones de tránsito y movilidad, lo que dificulta el traslado comercial de productos, o por la merma en la disponibilidad de transportistas por medidas preventivas o por temor asociado a los riesgos de circulación y contagio.
Mientras que el tercero es la dificultad de acceso a crédito para la producción y la reproducción de la unidad familiar, en un contexto en el que las facilidades financieras y medidas de apoyo de los gobiernos para amortiguar la contracción de las actividades económicas no han tenido a la agricultura familiar como prioridad.
Según explicó el IICA, una amplia mayoría de los consultados dijo que la oferta productiva viene percibiendo repercusiones negativas ocasionada por la pandemia. Además, es muy extendida la opinión sobre que los productos que podrían verse más afectados serían los granos y cereales, las hortalizas, seguidas de las frutas, las raíces y tubérculos, y las carnes.
La mayoría prevé que en los próximos seis meses se incrementará o se mantendrá la producción de maíz, frijoles, cereales andinos, sorgo, musáceas, papa y yuca, pero se reducirá la producción de tomates, cebollas, repollo y productos acuícolas.
«Mirando a un escenario de post pandemia, surge la necesidad de considerar a la agricultura como un sector estratégico para la reactivación. Es muy importante asegurar la implementación de buenas prácticas de seguridad e higiene para estos agricultores y políticas que den al asociativismo y al cooperativismo un papel mucho más importante», afirmó el director general del IICA, Manuel Otero.
Entre las propuestas de políticas públicas para hacerle frente a la COVID-19 destaca la necesidad de fortalecer la cooperación horizontal y los vínculos regionales, la construcción de políticas de estado, estructurales y permanentes, que atiendan a las necesidades de los sectores rurales y agrícolas.
El IICA también señaló la necesidad de que los países construyan políticas para el corto, mediano y largo plazo y , específicamente para atender la crisis sanitaria y recomendó formular planes de contingencia y prevención para contener acciones.
Fuente: EFE
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