La increíble sensibilidad del olfato de los perros ha hecho que los científicos busquen usarlas para todo tipo de propósitos, incluyendo la detección de cáncer, malaria y dispositivos explosivos.
Al exponer a los animales a muestras en una habitación y enseñarles a distinguir entre los que están infectados y los que no lo están, la esperanza es que los perros puedan convertirse en una poderosa herramienta de detección en los espacios públicos para ayudar a frenar la propagación de la COVID-19.
Los científicos de la Universidad de Hannover estaban investigando estas posibilidades con ocho perros rastreadores especializados. El equipo pasó una semana entrenando a los animales para distinguir entre las muestras infectadas con SARS-CoV-2, la cepa de coronavirus que causa la enfermedad COVID-19, y los controles no infectados.
Se recogieron unas 1.012 muestras de saliva y traqueobronquial, y los perros se encargaron de identificar las que estaban infectadas con el SARS-CoV-2. Las muestras se distribuyeron al azar de manera que ni los investigadores ni los adiestradores de los perros supieran cuáles eran positivas.
Los perros identificaron correctamente 157 muestras positivas y 792 negativas, mientras que identificaron incorrectamente 33 negativas y rechazaron incorrectamente 30 positivas.
En total, el equipo señala que esto supone una sensibilidad media (detección de positivos) del 83%, una especificidad media (detección de negativos) del 96% y una tasa de detección media global del 94%.
Los resultados del estudio son increíblemente emocionantes. Hemos creado una base sólida para futuros estudios que investiguen qué huelen los perros y si también se pueden usar para diferenciar entre diferentes estados de la enfermedad o fenotipos clínicos. Profesor Holger Volk.
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