Por Hugo Contreras
Desde China, Europa, Estados Unidos, África y en América Latina el llamado al lavado de manos continuo ha sido quizás el único mensaje consistente y contundente como escudo frente al nuevo virus. No obstante, todos los días millones de personas en el mundo, pero en especial en América Latina y el Caribe se levantan sin saber si tendrán acceso a agua en cantidad y calidad suficientes. Ciudades como México y Quito han reportado incremento en la demanda de agua en los distintos sectores durante la pandemia entre un 20 y 50%. Estas ciudades, así como Lima, Sao Paolo, La Paz se preguntan si tendrán la capacidad para proveer de agua y saneamiento en los próximos años a una población cada vez mayor.
Es una realidad que además de enfrentar una crisis de salud por el COVID19, nuestros países también enfrentan una crisis económica que evidencia una serie de dilemas adicionales para la Seguridad Hídrica de los hogares de América Latina y el Caribe (ALC), en particular para los más de mayores carencias. La Seguridad Hídrica (SH) debe ser entendida como la capacidad de una población para salvaguardar el acceso sostenible a cantidades adecuadas de agua de calidad aceptable para el sostenimiento de los medios de vida, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico; para garantizar la protección contra la contaminación transmitida por el agua y los desastres relacionados con el agua, y para la conservación de los ecosistemas, en un clima de paz y estabilidad política (ONU Agua, 2013).
De esta forma, la SH se convierte también en un determinante de la estabilidad social, el desarrollo económico de las poblaciones, y por supuesto, un factor clave para la salud humana. Por tanto, es necesario asegurar que, entre las estrategias prioritarias de atención a la pandemia y a la crisis económica, los países incorporen un enfoque de gestión integral tanto de la demanda, como de la oferta de agua que incluya consideraciones ambientales y de cambio climático.
En América Latina y el Caribe se contabilizan cerca de 200 millones de personas sin acceso a una fuente segura de agua y unos 500 millones a saneamiento de calidad. Esto obliga a invertir en mejorar los sistemas de agua. Sin embargo, si de por sí previo a la pandemia se estimaba un déficit de inversión equivalente al 0.3% del PIB para este sector, dada la actual crisis financiera, el reto será aún mayor. Adicionalmente, hay que considerar que esta Región se encuentra constantemente amenazada por otros fenómenos que ponen en riesgo la SH, tales como la alta concentración urbana, las sequías, inundaciones, la disminución de los glaciares y la progresiva desaparición de ecosistemas.
Este dilema de SH requiere soluciones innovadoras que además nos permitan maximizar el uso de los recursos económicos y naturales. Una alternativa a menudo costo-eficiente y efectiva es “regresar a la naturaleza” e incluirla como parte de las soluciones que se deben implementar para garantizar agua suficiente, de calidad para los diversos usos.
Un enfoque combinado de soluciones basadas en naturaleza (verdes) y soluciones construidas (grises) puede reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia y confiabilidad de los sistemas de abastecimiento. Las Soluciones Basadas en la Naturaleza recrean y potencian el funcionamiento de los ecosistemas para proveer servicios hídricos como filtrar sedimentos e infiltrar el agua, regular los flujos de agua en épocas de avenidas y sequías, entre otros. Algunos de los ejemplos más comunes de este tipo de soluciones son la protección y restauración de bosques, selvas y zonas riparias de ríos, mejora en las prácticas agrícolas y ganaderas, así como restaurar humedales y manglares.
En la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua1 impulsamos la adopción de este enfoque de soluciones complementarias, desde la acción colectiva y la colaboración multisectorial. Ello lo hacemos a través de la creación de Fondos de Agua en donde la naturaleza es parte de las soluciones hacia la Seguridad Hídrica en América Latina y el Caribe.
Durante mucho tiempo dimos por hecho que el ciclo del agua permanecería inalterable. Hoy sabemos que es fundamental cuidar las fuentes de agua e incorporar el ciclo del agua como parte de la gestión del agua. Este cambio de enfoque es fundamental no sólo para poder responder ante los retos que nos deja esta pandemia, sino también para poder prevenir nuevas crisis en donde el agua seguirá siendo un factor crítico. En medio de un escenario de estrechez económica, tenemos la oportunidad de impulsar cambios en los marcos institucionales y regulatorios que nos permitan potenciar la fuerza de la naturaleza para asegurar agua suficiente y de calidad en el presente y futuro.
Fotografías ©MelissaBoisson/TNC y ©HugoContreras/TNC
(*) Hugo Contreras es Director de Seguridad Hídrica para América Latina, The Nature Conservancy
FUENTE: EFEVERDE
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