Las creencias ocultistas aumentaron notablemente durante el gobierno de Hugo Chávez entre los miembros del Ejército, con la huella cubana. La crisis económica también hizo crecer la profanación de tumbas: buscan objetos valiosos
La masonería y el marianismo eran dos vertientes determinantes en la Fuerza Armada venezolana. Incluso cohabitaban. Pertenecer a una logia les daba a los oficiales la misma importancia que los jóvenes a las fraternidades estudiantiles; además el aura de misterio y símbolos, mientras el marianismo los revestía del cumplimiento a la fe católica, con sus respectivas misas en las capillas de los cuarteles.
Hugo Chávez lo sabía. Cómo no si se había formado en la institución castrense. Y jugó habilidosamente con los misterios y las creencias que corrían como leyendas urbanas en los pasillos y los dormitorios de las instalaciones militares. Él mismo era un fiel creyente del mundo del misterio y lo oculto. No fue la excepción entre otros presidentes venezolanos de quienes se contaba que acudían a brujos y espiritistas para mantenerse en el poder.
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