POR EFE.- «Cicatrices de Honor» es el nombre de la última campaña en la lucha contra el cáncer de mama en Ecuador, que llama la atención de las autoridades ante la falta de medicamentos, prevención y atención en momentos en los que el sistema sanitario está volcado con la COVID-19.
Una decena de mujeres llegadas de siete provincias de Ecuador, algunas de regiones tan remotas como la Amazonía, se dieron cita este martes en un hotel de Quito con las cicatrices de sus mastectomías profusamente pintadas con coloridos motivos florales.
Su mensaje en el mes de sensibilización sobre el cáncer de mama es el del empoderamiento, el de que «perdí mi seno, pero no mis sueños», que se puede sobrevivir y sobre todo elevar su voz para que el combate contra la enfermedad no retroceda y se convierta en otra «pandemia» justamente debido a los esfuerzos contra el coronavirus.
PREVENCIÓN Y ATENCIÓN
«Quisiera manifestar a todas las jóvenes de mi edad que tengan ese bichito de la prevención, el detectarse a tiempo evita mucho sufrimiento. Durante todo el tratamiento una sufre muchísimo, sobre todo quedarse incompleta», expresó a Efe Dayana Patiño, de 24 años.
Hace un año, cuando cursaba su último semestre de Teología detectó una bolita en su mama y tres meses después le diagnosticaron un carcinoma, por lo que le extrajeron su seno izquierdo.
Una de las secuelas que hizo mella en esta quiteña es el desgaste que provocan los medicamentos, y recuerda que pese a ello, hay que mantener la calma porque el estrés baja las defensas y «no solo te puede atacar la COVID-19 sino muchas otras enfermedades».
El caso de Jany Andrade, 39 años y de la costera Esmeraldas, es el paradigma de la falta de atención especializada en provincias alejadas.
«Cuando tienes un diagnóstico no sabes a dónde acudir, esa consulta puede demorar muchos meses y para un paciente oncológico el tiempo es vital», señala.
Sin un centro especializado a su alcance, esta madre de dos hijas decidió viajar a la capital ecuatoriana y gestionar su tratamiento por lo privado, pese a estar afiliada al seguro social, aunque muchas otras pacientes no tienen la misma suerte.
«Tengo compañeras que tienen muchos meses sin tomar su pastilla simplemente porque el Estado ha dejado de adquirirla por el COVID», asegura Andrade, que lleva todo el año sin ver a su mastóloga para la revisión tras la extirpación de su mama en agosto de 2018.
EL IMPACTO DE LA COVID-19
El director de la fundación Jóvenes contra el Cáncer del Ecuador, Gustavo Dávila, lamenta el que no haya cifras oficiales sobre el cáncer de mayor incidencia en las mujeres, lo que dificulta la labor de prevención.
«Este es un llamado: Los pacientes que tienen tratamientos de cáncer no pueden estar a la fila esperando que se trate a los pacientes de COVID. No es posible que muchas mujeres estén seis meses sin su medicamento», denunció.
De acuerdo a un estudio elaborado por la entidad que dirige, el 81% de las mujeres con cáncer de mama no tienen carné de discapacidad y cuatro de cada diez viven con una pareja, lo que evidencia que una «doble y triple vulnerabilidad».
En el acto intervino el alcalde de Quito, Jorge Yunda, quien indicó que «el cáncer, posiblemente, se está volviendo una pandemia» y abogó por un abordaje de la enfermedad desde la prevención.
«Recordemos que el cáncer es sobre todo una enfermedad que puede ser atendida a tiempo y prevenida», esgrimió el regidor, quien es también cirujano y especialista en medicina interna.
Yunda reconoció que el sistema sanitario de la ciudad y el país en general, que calificó de «caduco», está enfrentando una pandemia, pero que, «de a poco, se están aperturando la consulta externa y especialidades para que puedan atenderse otras patologías».
La mayor parte de las pacientes con cáncer de mama, el 45%, reciben atención hospitalaria en la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer del Ecuador, Solca (con seis centros en el país), un 29% en el Hospital Eugenio Espejo de Quito, el 14% en centros del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y un 12% en otros hospitales, de acuerdo Jóvenes contra el Cáncer.
Esta Fundación atiende a más de 1.350 pacientes con cáncer entre los dos y los 80 años en diferentes centros de salud del país.
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