Un amplio estudio publicado esta semana por la revista The Lancet revela que el crecimiento de las enfermedades no transmisibles -que causan en España más de 175.000 muertes al año- en conjunción con la covid ponen en peligro los logros sanitarios ante el avance de varios factores de riesgo.
El aumento, entre otros, de la hipertensión, la hiperglucemia, el índice de masa corporal (IMC) y la hipercolesterolemia, junto con el repunte de muertes por enfermedades cardiovasculares en algunos países, parecen indicar que “el mundo podría estar acercándose a un punto de inflexión respecto a la esperanza de vida”, advierte el informe.
Según The Lancet, la principal causa de muerte por enfermedades no transmisibles (ENT) en 2019 en España fue la cardiopatía isquémica, que provocó 53.600 fallecimientos, seguida por el accidente cerebrovascular -o derrame cerebral-, con 37.100.
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) se cobró la vida de 31.200 personas, mientras que el alzhéimer y otras demencias y el cáncer de pulmón, causaron 29.200 y 24.500 muertes, respectivamente.
Asimismo, los datos recopilados por el grupo de expertos mostraron que los cinco grandes factores de riesgo que provocaron una pérdida de salud en España el pasado año fueron la hipertensión sistólica (que causó unas 72.100 muertes en España en 2019), el tabaco (69.900), la glucosa plasmática en ayunas elevada (54.500), los hábitos alimentarios (42.900) y el IMC alto (42.000).
El estudio, desarrollado por el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, analizó 286 causas de muerte, 369 enfermedades y lesiones, y 87 factores de riesgo en 204 países y territorios.
Malas noticias globales
Los resultados, destacaron los autores, dan pistas sobre cual es el estado de la salud subyacente de la población mundial para hacer frente a la COVID-19. Y las noticias no son demasiado buenas.
“Por primera vez, hemos visto que el número de casos de enfermedades cardiovasculares en varios países ha dejado de caer y, de hecho, hay algunos donde ha aumentado en los últimos años”, explicó en una videoconferencia Christopher Murray, director del IHME.
En su opinión, la “epidemia de obesidad”, que conlleva aumentos en la “presión arterial” y en “los niveles de azúcar en la sangre”, ha conseguido, por sí sola, echar por tierra “cualquier otro progreso efectuado en la gestión de enfermedades cardiovasculares”.
Estas, recordó, contribuyen de tal manera a la tasa de mortalidad en los países con altos ingresos que su progresiva incidencia “ha sido suficiente para frenar el crecimiento de la esperanza de vida”, sobre todo cuando conviven “con un aumento de la diabetes, del consumo de estupefacientes y de los suicidios”.
El experto precisó que no prevén un retroceso en los niveles de la esperanza de vida en los países de bajos o medios ingresos, ya que este fenómeno parece ahora mismo exclusivo de los más ricos.
“Por eso creemos que estamos ante un punto de inflexión en los países de altos ingresos, donde, si no gestionamos estos factores de riesgo de una manera más proactiva, es posible que no se den más avances y, quizá, incluso caiga la esperanza de vida”, advirtió Murray.
Esperanza de vida sana
El informe del IHME subraya que la esperanza de vida entre los españoles ha ido aumentando en línea con la media global, que entre 1990 y 2019 pasó de los 67,2 a los 73,5 años, respectivamente.
En concreto, el análisis indicó que la esperanza de vida de las mujeres en España en 2019 se situó en los 85,7 años, frente a los 80,4 de los hombres, hasta dar una cifra combinada de 83,1 años.
En las últimas tres décadas, también ha aumentado de manera constante la esperanza de vida sana (HALE, sus siglas en inglés), es decir, el número de años que se puede esperar que una persona tenga buena salud.
No obstante, HALE no ha avanzado a la misma velocidad que la esperanza de vida general en 198 de los 204 países evaluados, lo que sugiere que las personas están viviendo más años con mala salud.
En España, la esperanza de vida sana alcanzó los 71,3 años en 2019, mientras que, por ejemplo, en Europa Occidental fue de 68,5 años y de 63,5 para todo el continente.
Fuente: EFE
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