Lima, EFE.- Los hospitales de Perú, el país con la mayor tasa de mortalidad por COVID-19 del mundo y el sexto en número de contagios, se quedan vacíos tras más de medio año colapsados por la pandemia y ahora aguardan, con el virus aún muy activo, la amenaza de una segunda ola de infecciones.
Actualmente hay 7.000 pacientes hospitalizados, justo la mitad de los que había a mediados de agosto, cuando la pandemia alcanzó su pico máximo con más de 14.000 camas ocupadas.
En las últimas seis semanas, las hospitalizaciones han descendido en picado, pues ahora cada vez son más las altas que los nuevos ingresos, lo que ha llevado a que los casos activos de coronavirus hayan bajado a 90.000, la cifra más baja desde finales de mayo.Se trata de una luz al final de un largo y oscuro túnel para un país donde uno de cada mil habitantes ha fallecido por COVID-19, un promedio único en el mundo a raíz de sus 32.665 occisos, mientras que los contagios, aunque cada vez son menos también, ya superan los 828.000 casos.
Con menos pacientes que atender, los médicos peruanos que han estado al pie del cañón todo este tiempo presentan un semblante más positivo detrás de sus mascarillas, pues sienten que sus largas jornadas y vigilias están haciendo retroceder a la COVID-19.
SALAS CERRADAS
Así ocurre en el Hospital Octavio Mongrut Muñoz, de Lima, donde el domingo se cerró una de las áreas del hospital de campaña que se había instalado para ampliar su capacidad ante la ola de pacientes que llegaban a las puertas de este nosocomio del Seguro Social de Salud (EsSalud).
La zona para cuidados intermedios, donde había 76 camas, luce ya vacía y en silencio, lejos de la vorágine de médicos y enfermeras que tuvo en su interior de un lado a otro hasta hace pocos días.
La Villa Mongrut, como se llama el espacio de este hospital habilitado para casos de COVID-19, abrió a finales de mayo con 834 camas y en su peor momento llegó a tener ocupadas 715, mientras que ahora alberga a unos 450, según explicó este lunes a Efe su director, Richar Requena.
«Mayo, junio y julio fueron los meses más caóticos. Los médicos, enfermeras y técnicos han trabajado arduamente y a partir de la segunda quincena de septiembre hemos observado aquí una tendencia a la baja», comentó Requena.
«Llegamos a tener hasta 100 ingresos por día. Esta pandemia nos ha golpeado bastante, pero nos ha permitido tener una experiencia de organización. Construir un hospital temporal en nuestro país no es fácil, pero aquí seguimos funcionando», añadió.
La Villa Mongrut es uno de los numerosos hospitales de campaña instalados por EsSalud en Lima y en el resto regiones de Perú para hacer frente a la mayor demanda de camas que exigía la pandemia, y a fines de agosto ya habían atendido a más de 20.000 contagiados por COVID-19.
SIGUE ALTA OCUPACIÓN EN UCIS
No obstante, Requena advirtió que el descenso de pacientes leves de COVID-19 en los hospitales no ha sido igual en las unidades de cuidados intensivos (UCI), donde la ocupación todavía es alta. A nivel nacional hay 1.287 ventiladores mecánicos ocupados, de los más de 1.500 en uso que se alcanzaron a final de agosto.
«Por eso todavía debemos mantenernos en alerta, pero en estos meses se han superado las deficiencias y creemos que esta segunda ola podrá ser enfrentada de la manera más adecuada», aseguró Requena.
La primera región en ver que sus salas se quedaban vacías y sus camas desocupadas de pacientes de COVID-19 fue Loreto, el departamento más extenso de Perú, ubicado en la Amazonía, cuyos hospitales fueron los primeros en colapsar con un incremento exponencial de casos de coronavirus.
Actualmente Loreto solo tiene doce pacientes hospitalizados por COVID-19 y la situación es de normalidad en los hospitales de Iquitos, la capital regional, después de que en abril y mayo se viviesen escenas dramáticas con enfermos aglomerados de forma precaria en sus pasillos.
En las últimas tres semanas apenas se han registrado tres fallecidos por coronavirus, lejos también de los cadáveres amontonados en bolsas plástico en la morgue del hospital regional, cuyas imágenes se hicieron virales en redes sociales.
Situación similar se vive en otras regiones del país donde tardaron más en experimentar el colapso como fue la provincia de Chanchamayo, en la céntrica región de Junín, donde los peores momentos se vivieron en julio, pero como el resto del país, a partir de agosto notaron que comenzaban a ganar el pulso a la pandemia.
«Actualmente lo tenemos controlado. La prevalencia del COVID-19 es mucho menor desde agosto», confirmó este lunes a Efe Enrique Huasasquiche, director del Hospital Regional Julio César Demarini, de La Merced.
MÁS DE 700.000 RECUPERADOS
En total son más de 700.000 los peruanos que han logrado vencer al virus SARS-CoV-2, pacientes de todas las edades, algunos con historias de superación asombrosas.
Es el caso de Gregorio, un niño de 11 años con diabetes que, a su corta edad, ganó la batalla al coronavirus, librada durante un mes en el Hospital de Emergencia de Villa El Salvador, en Lima, donde estuvo nueve días conectado a un ventilador mecánico, fue tratado de una trombosis en las piernas y operado de úlceras en la cabeza.
De ese mismo hospital del Ministerio de Salud también recibieron el alta tras superar la COVID-19 más de mil personas de la tercera edad, ocho de ellos con más de 90 años, según informó el mismo centro médico el sábado.
Del Hospital de Ate-Vitarte, también en Lima, que fue inaugurado al inicio de la pandemia con la misión de tratar a los pacientes más graves de COVID-19, han dado de alta a 2.682 pacientes, la primera de ella una niña 2 años con una enfermedad preexistente.
Sin embargo, la alentadora situación puede esfumarse si se cumplen los pronósticos del Gobierno, que da casi por seguro un rebrote a nivel nacional entre finales de octubre e inicios de noviembre, como efecto de la cuarta y última fase de reactivación económica, que incluye el reinicio de vuelos internacionales.
«Hay que prever el escenario más difícil», advierte la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, que el domingo anunció la instalación de 81 nuevas plantas de oxígeno para que los hospitales a su cargo tengan 131 antes de la segunda ola, en lugar las nueve con las que contaba antes del inicio de la pandemia.
Fernando Gimeno
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