Infoabae-. Cerca de la ciudad de Ras Al-Ain en Hasakah, al noreste de Siria, se apilan bidones vacíos al borde de la carretera, donde mujeres y niños esperan bajo un calor sofocante que los camiones lleven agua a su comunidad. Solo unos días antes, las fuerzas de ocupación turcas habían cortado una vez más el suministro de agua de la estación de bombeo de Alouk, a cinco kilómetros de distancia.
Ahmed Zubair, un joven de 22 años, que trabaja en una tienda de teléfonos local relató a Arab News no haber tenido agua por un mes. Sin agua, se complica el poder protegerse contra el COVID-19 que viene avanzando en la zona ya que esta es vital. La falta de agua acreciente la propagación de enfermedades, por no tener para beber ni para higienizar.
Xelil Osman, un conductor de reparto local, dijo: «Estábamos entregando agua a la gente con camiones. La situación del agua es realmente mala y siempre nos preocupa que no sea suficiente para la gente. Si hay agua, la entregamos. Pero si no hay, no tenemos nada que entregar «.
No fue un accidente del destino que el agua tuviera que ser entregada por carretera a decenas de miles de residentes kurdos en Ras Al-Ain y áreas circundantes en Hasakah durante casi cuatro semanas desde el 13 de agosto.
En octubre del año pasado, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lanzó la Operación Manantial de la Paz (en turco Barış Pınarı Harekâtı, también referida como Primavera de la Paz) al este del río Éufrates, en el norte de Siria, para limpiar, según sus dichos, la región de organizaciones terroristas.
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