(EFE).- Expertos ecuatorianos buscarán a los descendientes de una especie del pájaro brujo, ave que llegó hace casi un millón de años al archipiélago de Galápagos y cuyo rastro han perdido en la isla San Cristóbal.
Aunque se lo puede encontrar en todo el continente americano, en las islas Galápagos hay dos especies propias reconocidas del ave: Pyrocephalus dubius (de San Cristóbal) y el Pyrocephalus nanus (de todo el archipiélago, menos San Cristóbal).
El pájaro brujo macho de Galápagos tiene la cabeza roja con un pequeño antifaz negro, el pecho rojo y la parte dorsal del cuerpo oscura, mientras que en las hembras, la parte superior de la cabeza y el pecho son amarillo cremoso. Miden unos 12,5 centímetros.
Con similares características, el de San Cristóbal es un poco más pequeño, según ha constatado «en museos» el biólogo David Anchundia, pues nunca ha logrado ver al ave en su ambiente natural.
NO HAY ESTUDIOS
Los expertos desconocen aún las causas de la desaparición del ave en San Cristóbal, pues antes del 2015 no había estudios sobre esos animales: «No sabemos mucho, estamos recién aprendiendo, pensamos que puede estar relacionado con el cambio de las fuentes de alimentos, también tenemos problemas con una mosca parásita».
Entre las hipótesis también figura el rebrote de malaria que hubo en el pasado en San Cristóbal, pero todo son especulaciones aún.
Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera que el ave está extinta en San Cristóbal, Anchundia tiene «la esperanza de reencontrarlo» pues la isla es grande y hay sitios que aún no han sido bien explorados.
«Tenemos la esperanza de que, tal vez, haya unos pocos individuos escondidos en San Cristóbal», reiteró al comentar que la otra especie de pájaro brujo está en categoría «vulnerable» pues ha desaparecido ya de las islas Floreana y Santa Fe, mientras en Santa Cruz la población «se ha reducido dramáticamente».
Sin embargo, en islas más prístinas, como Isabela, la población de aves es abundante, incluido el pájaro brujo.
MULTIPLES NOMBRES
Conocido como «mosquero cardenal, bermellón, real o de Galápagos» así como «atrapamosca pechirrojo», el origen de su nombre es otro de los misterios del popularmente conocido como pájaro brujo.
Cuentan que, hace años, los niños salían con resorteras a cazar pájaros, pero cuando aparecía el ave en cuestión, el elástico del arma artesanal se dañaba repentinamente, lo que abrió un misterio del que habría heredado el mote de «brujo», recordó Anchundia, máster en Ciencias en la Universidad de Wake Forest (EE.UU.).
Se trata de un ave endémica que «tomó muchísimos cientos de miles de años en formarse y sería una lástima que desaparezca porque es un recurso genético único de Galápagos y del mundo», dijo.
«No tenemos mucho conocimiento todavía de este pájaro, estamos recién empezando a entenderlo, pero sabemos que es un cazador intensivo de insectos y eso es beneficioso para el ecosistema, para controlar ciertas plagas», explicó.
Con ayuda de machetes y cebos para roedores, los guardaparques controlan la presencia de especies invasoras como sauco, mora y ratas en seis parcelas de una hectárea, cada una, en Santa Cruz, donde la Dirección del Parque Nacional Galápagos y la Fundación Charles Darwin intentan restaurar el hábitat del ave.
Además, voluntarios y científicos hacen seguimiento y búsqueda de nidos para la protección en el hábitat natural del ave, que ha demostrado preferencia por estos entornos.
EL MISTERIO DEL PÁJARO BRUJO
La conservación del pájaro brujo y la búsqueda de formas de revertir su declive en Galápagos es el foco de investigación del doctorado en Ecología y Conservación en la Universidad de Viena que cursa Anchundia, quien se prepara para ir a San Cristóbal a espulgar la isla en busca del colorido animal.
«Este pájaro evolucionó aquí en Galápagos. Se piensa que era migratorio y que hace más o menos 800.000 ó un millón de años, ciertos individuos decidieron quedarse en Galápagos», aseveró.
Esa población, «que llegó hace casi un millón de años, lentamente, empezó a diferenciarse del resto del pájaro brujo del continente y así -dijo- fue como aparecieron las dos especies» del archipiélago, situado a unos mil kilómetros de las costas continentales ecuatorianas.
El año pasado, tuvieron información de un potencial avistamiento en la isla San Cristóbal, de 558 kilómetros cuadrados, pero la llegada de la pandemia impidió el desplazamiento a la zona, a donde esperan llegar en los próximos meses en busca de indicios.
Planean recorrer la llamada zona de transición de la isla, caracterizada por la existencia de frondosos árboles, pero para ello requieren coordinar con el Parque Nacional Galápagos.
«Trabajar en Galápagos es difícil. Galápagos carece de agua, para cruzar San Cristóbal de punta a punta, tal vez puede tomar una semana y llevar agua (para todo ese tiempo) es complicado», comentó.
En 2017 este investigador hizo encuestas entre la población para conocer qué sabía exactamente del animal, y hubo quienes le dijeron que lo vieron «ayer» y otros que «la semana pasada en el patio de la casa», si bien cree que responde más a la nostalgia de algunos ancianos.
Otros le comentaron que no la habían visto desde hace cuarenta años. «Los jóvenes nunca escucharon de él», apuntó el experto, que prefiere ser positivo y confiar en que hallarán el ave.
Susana Madera
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