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EL MIEDO TOMA EL CENTRO DE VIENA TRAS EL ATENTADO YIHADISTA



POR EFE.- Comercios cerrados, calles desiertas, policías en cada esquina. El centro de Viena es hoy un reflejo de los atentados terroristas que dejaron el lunes por la noche cuatro muertos y dieciocho heridos.

Los ataques, de los que al menos uno de los autores ha sido vinculado por el Gobierno con el yihadismo, han sumido al distrito 1 de la capital en una mezcla de parálisis y tensión, con paseantes que se niegan a hablar con los medios y policías muy nerviosos ante las preguntas de los periodistas.

TODO ESTÁ VACÍO

«Todo está vacío, las tiendas están todas cerradas. Todo el mundo está asustado. Creo que es una mezcla de la covid-19 y de los ataques» cuenta a Efe Bertha, empleada de una perfumería que es los pocos negocios abiertos en la Kärntnerstraße, una de las principales calles comerciales de la ciudad.

Un ambiente que no se explica sólo por la covid-19, ya que, como recuerda Bertha, hasta la víspera, la calle estaba muy frecuentada y se veían incluso algunos turistas.

El Gobierno austríaco ha pedido a la población que se quede en casa y, sobre todo, que evite acercarse al centro de la ciudad, debido a que aún se está buscando a un posible terrorista que se habría dado a la fuga.

Otro atacante, un hombre de 20 años, nacido en Viena de padres macedonios y que trató de unirse al grupo yihadista Estado Islámico, fue abatido a tiros por la Policía.

COLEGIOS SIN ALUMNOS…

La petición del Gobierno ha sido atendida por muchos vieneses.

Las estaciones de metro y las paradas de autobús y tranvía están prácticamente vacías, y son numerosos los padres que han dejado a sus hijos en casa aprovechando la disculpa de asistencia a clase decretada por las autoridades.

Incluso en centros escolares de distritos muy alejados del centro, la mayoría de los niños no han acudido hoy a clase.

«He venido al centro porque tengo que trabajar. Tengo miedo. Un mala sensación tras lo que pasó. Habría preferido quedarme en casa», cuenta Uli, que trabaja en una droguería en la misma Kärntnerstraße.

Quien no estaba asustado era un veterano vienés de unos 80 años, que no quiso precisar su edad ni su nombre, y que afirmó que sale a pasear todos los días por el centro y que no pensaba quedarse en casa por lo sucedido.

«Creo que era un sólo atacante. Todo ha terminado», cuenta a Efe para explicar su tranquilidad.


… Y MISA SIN FIELES

El miedo sí se notaba en la Catedral de San Esteban, donde apenas una decena de personas rezaba esta mañana.

Un empleado del templo aseguró que en la misa matutina de hoy había un 90 % menos de fieles que en los últimos días.

Los terroristas lanzaron su ataque en la calle donde está la principal sinagoga de Viena y las oficinas de la comunidad judía, ya cerradas cuando comenzó el tiroteo.

Desde allí, los autores se desplazaron luego a una cercana zona de bares, en la que miles de personas aprovechaban las buenas temperaturas para cenar o tomar una copa antes del confinamiento que desde hoy cierra la gastronomía, los teatros y los cines para tratar de parar el descontrolado aumento de casos de la covid-19.

Muchos se refugiaron durante horas en los locales, con las puertas cerradas y las luces apagadas, o quedaron en los teatros y salas de concierto que celebraban sus últimas funciones al menos en un mes.

UNA CIUDAD SEGURA

«La Policía llegó pocos minutos después de las 20.00 y nos pidió que cerráramos la puerta», relata a Efe Shahhut, conserje del Hotel Marc Aurel, muy cerca del epicentro de los ataques.

«Estoy impactado. Siempre pensé que Viena era una de las ciudades más seguras del mundo. Nunca pensé que esto pudiera pasar aquí», lamenta.

El del lunes fue el primer atentado terrorista en la capital austríaca desde que en 1985 el grupo palestino Abu Nidal mató a tres personas e hirió a 39 en el aeropuerto de la ciudad.

Las estadísticas de criminalidad sitúan a Viena como una de las ciudades más seguras de Europa.




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