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LA HUMILDAD DE UN LÍDER



P. Wilkin Castillo.- El pasado domingo utilice el momento de la homilía para expresarme con mucho respeto y altura, sobre mi descontento con las ultimas medidas tomadas por las autoridades sanitarias y por el poder ejecutivo. Es algo que no acostumbro a hacer, pero entendí que era necesario hacerlo. 

En estas medidas se determinó cerrar los templos y todo tipo de culto público y que tuviera que ver con la presencia física de las personas.

En ese escrito dije que antes que cerrar los templos, había que reconocer que era una necesidad construir otros y que permanecieran abiertos, como una respuesta de fe y esperanza frente a la enfermedad que nos está afectando.
 
Esta noche escribo y lo hago con la misma pluma y muy satisfecho, por la actitud del presidente Luis Abinader, este hombre de Estado ha demostrado que es un líder humilde y sabe escuchar, capaz de reconocer que todos podemos tomar en un momento de nuestra vida una decisión con la convicción y la seguridad de que es lo mejor para todo un pueblo.

Estoy seguro de que el presidente al tomar esas medidas lo hizo pensando en el bienestar de los dominicanos en este momento critico de la historia, movido por un deseo de solucionar esta terrible enfermedad que está causando estragos en estos momentos. 

Ha demostrado que es un gran ser humano, capaz de recapitular y enmendar el sabor amargo que esta decisión haya podido causar en muchos dominicanos, hombres y mujeres de fe.

Soy de los que se atreve a decir que en este momento el dominicano o dominicana que no va a sumar y multiplicar con sus actuaciones o con sus ponderaciones que tampoco lo haga para restar. Es hora de que no veamos color ni partido político, que nos unamos como un pueblo de hermanos para poder buscar juntos soluciones certeras y sabias ante los males que nos afectan. 

Los Verdaderos lideres son recordados por sus honorables hazañas y esta decisión de abrir los templos y permitir el culto y la pura alabanza a Dios es una de ellas.

Señor presidente siga su buena trayectoria y su deseo de edificar una patria mejor, merecedora del buen reconocimiento y el más digno galardón que mente humana pueda ofrecer.

Esta actitud de escucha, sobriedad, y receptividad por su parte no es una mera improvisación, es un habito en su persona y lo digo por la sencilla razón de que apenas hacen unos meses se intentó agravar los impuestos y usted puso su corazón y su alma en un pueblo que ha venido sufriendo el alto costo de la vida por mucho tiempo y también escucho y esas medidas quedaron sin efecto.

Sepa Señor presidente que esta decisión de permitir la celebración de la misa y otras manifestaciones de fe, no se quedaran sin recompensa, Dios sabe bendecir el corazón humilde y agradecido. 

Me uno a la alegría del pueblo dominicano, que está celebrando esta decisión y les invito a que sigamos orando a Dios para que su gracia nos alcance a todos. Decirle también que de las grandes crisis surgen grandes soluciones. Nos esperan mejores cosas y la bendición de Dios no nos ha faltado ni nos faltara.

¡Auguro un buen gobierno y le deseo los mejores de los éxitos! 


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