La directora general del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Henrietta Fore, consideró que las escuelas deben ser de las primeras en reabrir una vez que las autoridades comiencen a levantar las restricciones.
Señaló que “sin comidas escolares, los niños se quedan hambrientos y su nutrición está empeorando. Sin interacciones diarias con sus compañeros y una reducción en la movilidad, están perdiendo la aptitud física y mostrando signos de angustia mental. Sin la red de seguridad que la escuela a menudo proporciona, son más vulnerables al abuso, el matrimonio infantil y el trabajo infantil”.
Fore advirtió que si los niños se enfrentan a otro año de cierre de escuelas, los efectos se sentirán para las generaciones venideras. «La capacidad de los niños para leer, escribir y hacer matemáticas básicas ha sufrido, y las habilidades que necesitan para prosperar en la economía del siglo XXI han disminuido”, añadió.
“Se deben dar prioridad a las clases de recuperación para garantizar que los niños que no han podido aprender de forma remota no se queden atrás”, indicó.
Calificó como devastador que el cierre de las escuelas afectó al 90 por ciento de los estudiantes en todo el mundo y dejó a más de un tercio de los escolares sin acceso a la educación remota.
«A pesar de la abrumadora evidencia del impacto de los cierres de escuelas en los niños, y a pesar de la creciente evidencia de que las escuelas no son impulsores de la pandemia, demasiados países han optado por mantener las escuelas cerradas, algunos durante casi un año”, afirmó.
Manifestó que evaluar el riesgo de transmisión a nivel local debe ser un determinante clave en las decisiones sobre las operaciones escolares. “Los cierres de escuelas a nivel nacional deben evitarse siempre que sea posible”, reiteró.
En ese contexto, explicó que cuando hay altos niveles de transmisión comunitaria, donde los sistemas de salud están sometidos a una presión extrema y donde el cierre de escuelas se considera inevitable, deben adoptarse medidas de salvaguardia.
“Esto incluye asegurar que los niños que están en riesgo de violencia en sus hogares, que dependen de las comidas escolares y cuyos padres son trabajadores esenciales puedan continuar su educación en sus aulas”, expresó.
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