Durante un recorrido que realizó elCaribe por los principales puentes y elevados del Gran Santo Domingo, se pudo observar que el estado de la gran mayoría de estas edificaciones, se encuentra en total deterioro, situación que representa un peligro para los transeúntes.
Tal es el caso del puente Duarte, el cual actualmente presenta en su construcción notables grietas. Los barrotes, que son el soporte de esta, brillan por grandes manchas de oxidación producto del tiempo de existencia y de las constantes lluvias producidas por el cambio de clima.
La carretera de este puente está “remendada” por los baches de asfalto. Estos baches generan a los conductores un descontrol en los vehículos por la constante variación que sufre la vía.
Aunque parece asombroso, no solo las autoridades son las responsables por el abandono de la infraestructura, sino también los ciudadanos quienes ensucian el entorno de los puentes y hasta colocan bolsas de basura en las barandillas y barrotes que lo soportan.
Pasamanos rotos, hoyos en las carreteras, desniveles en las divisiones y barrotes sucios, es el escenario que presenta el famoso puente de la 17 o Francisco del Rosario Sánchez, el cual a pesar de que fue remodelado hace 10 años por la inauguración de la línea dos del Metro de Santo Domingo, tiene grandes problemas que deben ser considerados por las autoridades.
Esta problemática no solo afecta a los ciudadanos que se desplazan por la vía sino también a las personas que han hecho viviendas improvisadas debajo de éste.
El temor se hace presente cada día en los ciudadanos que toman este camino para ir a sus trabajos o a sus casas, debido al miedo de morir por el posible desprendimiento de uno de los tornillos, pedazos de concreto o barandas oxidadas que se desprenden por la vejez.
Mientras que el Puente Juan Bosch no se queda atrás, su infraestructura tiene grandes divisiones tapadas con partes de metal y barrotes, en los cuales resalta el color marrón por la oxidación que han traído los años.
Otro caso que alarma a la población es el del puente Francisco J. Peynado, el cual conecta a Santo Domingo Norte con el Este. Y es que el cúmulo de basura y los grandes charcos de agua que se posa en la carretera, llama a los conductores a manejar con cuidado para no estrellarse.
Una situación similar se presenta con los chorros de agua que caen a cántaros cuando llueve, por el mal estado de los pisos de rodamiento y desagües de esas infraestructuras, que forman parte de los nueve viaductos que comunican entre sí al Gran Santo Domingo.
La misma situación se apodera de los elevados de la 27 de febrero y el de la John F. Kennedy, los cuales demandan un asfalto en sus calles, reparación de las divisiones y pintura en sus barrotes.
Aunque el Ministerio de Obras Públicas se encuentra realizando el mantenimiento de estas vías, todavía falta mucho por hacer en estas infraestructuras.
Fuente: https://www.elcaribe.com.do
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