Trascendió la semana pasada un manifiesto firmado por 80 pastores evangélicos de San Juan a favor del estudio de impacto sobre la mina Romero. Todo parecía normal y escandaloso por el asombro de que líderes religiosos estén a favor de la explotación minera. Esto produjo indignación y rechazo dentro de la sociedad Sanjuanera.
La gran sorpresa fue cuando se dio a conocer la lista de los firmantes. En primer lugar, más del 80% de los firmantes son oriundos de La Lima, Sabaneta e Ingeñito. Algunos titulados como “pastores” y otros como “líderes”. Y en el colmo del asombro, las 80 firmas solo tienen dos tipos de letras en tinta azul y negra. Las letras tienen los mismos trazos, los mismos moldes, las mismas firmas y hasta las mismas faltas petrográficas (Yglesia en vez de Iglesia, Pastol en vez de Pastor).
Analizando el acta de los firmantes del manifiesto a simple vista se puede deducir lo siguiente: falsificación de firmas, manipulación a campesinos evangélicos que no saben ni firmar sus nombres, ausencia de la firma de los pastores reconocidos de la provincia de San Juan. Y finalmente, quien leyó el manifiesto el “pastor” Samuel, quien se presentó como un humilde campesino agricultor, es un técnico regional de educación, ascendido en esta gestión quien está a cargo del departmental de educación especial
Los pastores tradicionales de San Juan que son hombres y mujeres que por su trayectoria han ganado un respecto en la sociedad, están llamados a desmentir y desautorizar el manifiesto presentación por los cinco pastores en la rueda de prensa ya que las 80 firmas no son auténticas, sino plagiadas y engañosas. El refrán popular “reza el que calla otorga”. “Quien ante la injusticia se queda imparcial es igual al que se pone del lado del opresor”.
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