Es lunes a las 8:00 de la mañana y Juanito con 11 años aún duerme profundamente, levantándose a las 8:05 a.m., ante la insistencia de su madre quien lo lleva al colegio en su Tesla del año. Y todo es así de lunes a viernes sin ninguna variación, llega tarde al colegio y siempre tiene quejas de los maestros y personal directivo por su impuntualidad y otras conductas indeseables.
La hora de entrada al centro de estudios es a más tardar a las 7:50 a.m., para iniciar con la rutina diaria que incluye actos religiosos y patrios. Pero por su lado, la madre de Juanito le dice que esa hora es demasiado temprano y su niñito se le puede resfriar, así que afianza la conducta de su vástago.
Juanito se caracteriza por no hacer nada de lo que se espera de él en el centro y por si fuera poco, hace todo lo posible por que sus compañeros le sigan la corriente. En efecto, los demás siguen sus pasos como borregos que no tienen decisión propia.
En su casa, Juanito tiene todo lo que un niño de su edad desearía tener, pero no colabora en ninguna de las tareas del hogar y más bien se la pasa jugando Free Fire u otro juego cualquiera, en su Iphone de última generación, Tablet o laptop, o dando vueltas en su mini moto. Su madre dice que no tiene que hacer ningún tipo de oficio, porque para eso está ella y su mucama.
Unos años más tarde, a diferencia de los compañeros de estudios, aún sigue asistiendo a la escuela, llevando un historial inaudito de repetir grado tras grado. Con 20 años, parece el hermano mayor de todos, pero dicen que los maestros cansados, tirando la toalla decidieron “setentiarlo” (colocar 70 puntos, mínimo requerido para aprobar asignatura) en todas sus calificaciones, a fin de salir de ese producto del maligno. Esto pudo permitir que finalmente se graduara de la secundaria.
Juanito por fin se enfrenta a la realidad del mundo y empieza buscar que hacer con su vida. Con su vida cómoda, con cero en disciplina, nada de responsabilidad, ningún hábito saludable y una conducta reprochable, no podía mantener un trabajo más de tres meses. En 5 años, ya había acumulado más de 50 despidos en diferentes empresas y en la comunidad nadie quería saber de ese individuo.
Como ya ninguna empresa lo contrataba, empezó varios negocios sin ningún tipo de resultado positivo, de modo que ya no sabía qué hacer con su vida.
Un día, Juanito se puso a pensar en qué debería hacer para no morir de hambre, ya que hasta su madre que había hecho de él una escoria, tampoco lo quería ver ni en pintura.
Consideró incursionar en bandas, al crimen organizado, tráfico de sustancias ilícitas y uno que otro grupo delincuencial. Pero algo lo detenía, sabía que en eso le esperaba la muerte, ya que no poseía ni una gota de disciplina y hasta para ser criminal o delincuente, se necesita por lo menos lo aceptable. Pues una banda criminal no lo va a despedir como lo habían hecho muchas empresas, una banda criminal lo va a mandar a visitar a San Pedro y eso lo tenía muy claro.
Así que pensó seriamente en su propia vida y realmente había llegado a su punto de inflexión, había tocado fondo y necesitaba salir de allí, pero no tenía idea de cómo hacerlo al no contar con absolutamente nadie.
Con lo poco que conseguía, apenas podía pagar una pieza y en ocasiones comer algo, así que se dispuso a empezar a cambiar su rumbo con lo básico. Se decidió acostarse todos los días a las 9:00 p.m. y levantarse a hacer ejercicios a las 5:00 a.m., por lo que preparó su alarma para esos fines y con mucho sacrificio y esfuerzo pudo lograrlo, al punto que al próximo año ni siquiera necesitaba de la alarma. Ya había adquirido un hábito saludable, aparte de que tuvo que ponerse a leer mucho por su propia cuenta, puesto que no sabía realizar ningún tipo de tarea por la vida anterior de comodidad.
Decidió empezar un negocio de venta de café y picadera, pero nadie en la comunidad quería usar sus servicios. Pese a los pésimos resultados, Juanito no desistió y día con día preparaba sus ventas que muchas veces tubo que regalar a los indigentes. Solamente realizaba ventas cuando pasaban personas que no pertenecían a su localidad.
En cierta ocasión, unos forasteros se radicaron en la zona de manera permanente y todos los días le compraban café y empanadas. Prácticamente eran sus únicos clientes, a quienes incluso los demás ciudadanos les aconsejaban que no se acerque a Juanito porque este era un delincuente, pero los forasteros hicieron caso omiso y religiosamente asistían al negocito de Juanito día con día.
Uno de los forasteros le preguntó a Juanito si sabía cocinar otros tipos de alimentos y este le indicó que sí. Resulta que tenía un encuentro con muchas personas de varias ciudades e incluso del exterior del país y necesitaba un buen banquete para todos.
Llegó el día y Juanito ni se imaginaba que su vida cambiaría. En el lugar había personalidades de todos los estratos sociales, empresarios, dueños de bancos, políticos, etc., quienes consideraron que el bufet estaba demasiado exquisito.
Un inversionista bastante adinerado preguntó por la persona que había preparado tan suculenta comida. Al presentarle a Juanito, le propuso iniciar un restaurant a lo que Juanito accedió incrédulo.
Juanito sabía que en su pueblo no era bien recibido, así que montaron el negocio en la ciudad más cotizada del país. El negocio fue todo un éxito, abriendo varias sucursales en todo el país. Cuando sus compueblanos se enteraron del rotundo éxito de Juanito, no daban crédito a lo que sus ojos constataban, decían que probablemente Juanito estaría en negocios ilícitos.
Ninguno tenía idea de cómo Juanito salió del abismo a la gloria. Cientos de periódicos y otros medios de comunicación multimedia, hablaban constantemente de esos maravillosos restaurantes cinco estrellas, que siempre recibían excelentes reseñas de los críticos del arte culinario.
En medio de su rotundo éxito, Juanito recibió la noticia de que su madre se encontraba muy enferma, luego de más de 10 años sin saber de ella. Se dirigió a su pueblo y su madre rompió en llanto al verlo y le pidió perdón por el error que había cometido al malcriarlo y al abandonarlo a su suerte.
Su hijo no guardaba ningún rencor y la acompañó en el llanto, permaneciendo largo rato abrazado a ella.
Su madre le había hecho mención sobre los malos comentarios que escuchaba en el pueblo sobre Juanito, pero este le indicó sonriendo que la vida le había enseñado a la mala hacer las cosas correctamente.
Mientras los compueblanos de Juanito hacen acerbas conjeturas, Juanito se llevó su madre a vivir con él y siguió ampliando su red de restaurantes en todo el país, e incluso en otros países.
OJO: Nada de lo anteriormente leído corresponde a la realidad.
Master en Dirección de Proyectos Ambientales y RSC (EUDE-Bussines School)
Estudiante de Especialidad en Educación Ambiental (ISFODOSU)
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Fecha: Julio 2024
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