Un reciente estudio ha revelado un fascinante fenómeno ecológico: las ballenas, mediante su orina y otros desechos corporales, transfieren hasta 4.000 toneladas de nitrógeno al año, vitales para mantener vivos los ecosistemas marinos.
Transportadoras de vida: Estas gigantes del océano recorren miles de kilómetros desde aguas polares ricas en nutrientes hacia zonas tropicales y subtropicales, dejando a su paso un rastro de nitrógeno y biomasa que beneficia al fitoplancton, peces e invertebrados. ¡Un verdadero sistema natural de transporte de nutrientes!
Impacto global: Además de fertilizar ecosistemas marinos, la actividad de las ballenas ayuda a combatir el cambio climático, potenciando la absorción de CO₂ a través del fitoplancton.
Antes y después: La caza comercial redujo drásticamente sus poblaciones, disminuyendo este flujo de nutrientes a una tercera parte de lo que era antes. Restaurar las poblaciones de ballenas podría traer importantes beneficios para la biodiversidad y la sostenibilidad planetaria.
Proteger a las ballenas no solo garantiza su supervivencia, sino también la salud de nuestros océanos y, en última instancia, del planeta entero.
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